Thursday, June 23, 2011

Wednesday, June 22, 2011

UN ADIÓS LLENO DE DOLOR Y FURIA POR MANUEL CALISTO

Foto Lorena Cordero
 

HA FALLECIDO EL ACTOR ECUATORIANO MANUEL CALISTO
En el 2006 cuando trabajaba en Diario Hoy fue la primera vez que conocí a Manuel Calisto, era difícil de localizar, me dieron su teléfono para entrevistarle porque había ganado en Francia, en el Festival de Biarritz como Mejor Actor por la película Cuando me toque a mí, de Víctor Arregui. Sus amigos me habían advertido que Calisto era noctámbulo y que no era buena idea llamarlo muy temprano en la mañana, porque me iba a atender de mal humor. No pude evitar llamarle temprano y él reaccionó sorprendido por mi interés en entrevistarle. Parecía que aún no había caído en la cuenta de que el premio que había recibido era algo muy importante y él había actuado en la película un año antes y aún no la había visto terminada, por lo que este momento de fama le resultaba extraño.

Desde entonces, mientras fui periodista de cultura fui siguiendo su carrera atentamente y lo entrevisté en varias ocasiones, cuando se estrenó finalmente Cuando me toque a mí y cuando debutó en el Teatro del CCI con la obra El método, hasta que nos hicimos amigos.

Aunque no lo había visto hace más de un año, su presencia intermitente siempre ha sido de enorme importancia y sumamente emotiva, porque Manuel era así, un hombre de un carisma increíble, de una gran generosidad y sumamente entretenido.

Cada vez que lo he visto en los últimos 5 años me he topado con la novedad de que tenía en marcha decenas de proyectos, siempre repleto de ideas, siempre creativo, siempre con la chispa de la actuación encendida.

Me vienen a la mente una cantidad de cortos, de obras en las que lo recuerdo con gran emoción…

Su monólogo en Cuando me toque a mí, que fue la primera vez que lo vi actuar y fue un momento sobrecogedor. En el corto 6:03, de Pedro Cagigal, en el corto Pasajeros, de David Guzmán; en las obras de teatro en el CCI, El método, Monogamia y Las brujas de Salem, en el corto de Carlos Andrés Vera, La verdad sobre el caso del señor Valdemar y un corto del baúl de los recuerdos, Croñañones, desempolvado por el festival Cero Latitud el año pasado. Además de las fotos de las que tanto se enorgullecía, una sesión bella y extraña que le hizo la fotógrafa Lorena Cordero. Su rostro misterioso y sensual en Soho y así una serie de publicaciones en las que salía y le llenaban de orgullo.

Enterarme esta mañana que Manuel Calisto está muerto, parece una noticia salida de alguna película de terror, de una película como Cuando me toque a mí, en la que una ciudad entera sumergida en la violencia puede confluir siempre en el mismo lugar: la morgue.

Esta idea macabra me retuerce el corazón, ver al actor, al chico consentido del cine ecuatoriano, al amigo, en su bata de médico legista irrespetando la muerte, declamando con firmeza su desprecio por esta ciudad en escenas memorables y ahora imaginarlo a él, frío y desnudo en un hospital después de que unos maleantes le metieron un tiro por asaltarle…es una idea que sencillamente no puedo asimilar.

Con todo el dolor del corazón, con esta pena imposible de no haberte visto en tanto tiempo y no haberte podido abrazar una última vez, de saber que no vamos a volver a tener tu sonrisa, tu sarcasmo, la particularidad de tu rostro y tu mente entre nosotros provoca un sufrimiento que no puedo expresar.

Puedo pensar en un centenar de amigos tuyos muy muy cercanos que deben sentir un vacío tan enorme en el corazón, sin mencionar a tu familia que no deben imaginar una vida sin ti.

Para todos los amigos íntimos del Manuco, para Alex, Isa Mena, Isa Papu, para Viki, para Randi, Mauricio, Isabel, Cristina…y cuantos más que tenían una relación tan estrecha con él, para su familia y para nosotros, los otros, los amigos más ocasionales del Manuco que lo hemos admirado y querido siempre… expreso mi dolor, mis condolencias, mi rabia por no poder hacer nada, por vivir en una ciudad atemorizante que se lleva lo mejor de nosotros día a día, sin que nadie haga nada.

Este es un día negro para la ciudad, para el país, para el cine ecuatoriano.

Te vamos a extrañar tanto Manuco.



Debemos unirnos y exigir justicia por tu muerte y exigir seguridad y protección para los habitantes de esta ciudad, para nosotros.



Paulina Simon

Saturday, May 14, 2011

Estreno de La vida de las cosas

Queridos amigos y amigas,

Les invito a ver mi corto documental La vida de las cosas, que se va a estrenar en la décima edición del Festival EDOC.

Habrá dos funciones: el domingo 15, 21:45, en Incine (Lugo N24-298 y Vizcaya. La Floresta) y el martes 17, 14:30 en Ochoymedio (Valladolid N24-353 y Vizcaya. La Floresta).

Se trata de un corto que dura 8 minutos y es el producto del seminario de cine documental que tomé el año pasado en Buenos Aires.

Como es una película muy corta se exhibirá al inicio de un largometraje, (el domingo con El secreto y el martes con Port of Memory).

¡Sería muy grato contar con su presencia!


Muchas gracias,
 

Tuesday, November 02, 2010

Adiós Intensidad, bienvenidas las Nubes pasajeras

Había algo en la insatisfacción, en el despecho, en lo tórrido y trágico que me movía siempre a la escritura...Nada mueve tanto como el dolor, el resto, lo otro, la escritura sin dolor es más un oficio verdadero, una disciplina a la que yo jamás me acoplo.

Con la llegada del amor se acabó la necesidad de sentir indignación (por casi todo)... y el resto, simplemente se fue volviendo pasajero. Algo en el sentimiento álgido del amor me desbarató un poco el cinismo, como si uno sencillamente se volviera más manso y dejara que sus tragedias íntimas se sumerjan solitarias en un poderosísimo detergente...

El amor es ese todo…un dios omnipresente y omnisciente que derriba todos los demás credos… Y durante un largo tiempo es solo eso…Hasta que llega la convivencia… la convergencia de la idiotez culinaria, la reunión de posesiones (más libros y un montón de cucharas de palo inservibles….) nuevos amigos (y enemigos), un calendario de visitas infinitas, un cajón para todo lo que se rompe, y otro para todo lo que nunca se plancha, una innombrable batalla territorial, una valoración del tiempo ambigua, una responsabilidad duplicada, una sensación de calidez total que a veces quema…

En fin, todo eso pasa todos los días… y el amor se queda, se instala, se expande, se prueba a sí mismo que es único y consentido, hasta que la lucha se vuelve otra: encontrar el modo de no perderse a uno mismo.

Aunque ya no siento ese despecho trágico de otros tiempos, porque el amor me ha curado el espanto (o al menos alguno de ellos), no he dejado de ser esa persona marcada por la duda y la incondicional insatisfacción, solo que quizá ahora con el filtro de la protección emocional todo lo que antes era intensamente doloroso, ahora son Nubes pasajeras.


Quiero dejar Intensidad, dejar un espacio en el que ahora me siento expuesta y vulnerable y encontrar un nuevo rincón con nuevo aire. Quiero intentar ir dejando todo y mudarme a nuevos territorios. Quiero experimentar el paisaje de Nubes pasajeras y quiero confiar en un buen temporal.

Saturday, February 28, 2009

Justicia divina gana por una cabeza

Tiene algo de malvado y todo de malintencionado aparecer así, en la paz de nuestras vidas para traer el dolor envuelto con una cinta roja, para traer debajo del brazo como única posesión y obsequio una colección de las peores traiciones.

Que arriesgado personaje aquel que por pretender arruinar la felicidad ajena, arruina sus propias posibilidades de recibir un mínimo de respeto y pierde por completo los afectos que antaño hubiera merecido.

Traer una bomba detrás de la sonrisa, un cargamento de mierda explosiva que cuando reviente quebrará a los tristes y les hará perder la perspectiva. Cuánta maldad elegir el día, la hora, el lugar para llegar y entregar como único regalo las imágenes de la discordia, decir un par de palabras al aire que pretenden ser balas pérdidas pero que están en realidad muy bien apuntadas.

Cuánta maldad y cuánta torpeza.

Por suerte hay pesadillas que llegan antes y nos previenen de este tipo de visitas.

Por cada puñal, una puñalada autopropinada.

Por cada bomba, una explosión autodirigida.

Por cada mala intención, un afecto que se refuerza para reivindicar el presente, para desarmar el horror, para vencer el doble sentido y leer solamente aquello que nos conviene.

Más que tener algo de malvado, aparecer así tiene mucho de desengaño rancio.

Misión incumplida.

Justicia divina, a la cabeza de la batalla.



P.

Friday, February 27, 2009

Zoología malvada

Me remito al texto anterior y pienso, en realidad no debería ser mono. Cambio de opinión, porque parece que la astucia esa que yo creía que les pertenece a los simios no es una de mis cualidades más relevantes. Además, estoy demasiado pesada para ser un mono, no podría saltar de reja a reja, a lo mucho moverme cadenciosamente entre las otras especies, fingiendo interés por sus conversaciones, hasta captar algún tema que pueda usar más tarde en su contra.
Si fuera un animal quisiera ser uno malo, no uno astuto o ágil; sino uno malo, peligroso, brutal.
No sé si en el reino animal –no sé nada del reino animal- exista algo así como una categoría: animal malo.
¿Será que se puede sobrepasar la ética del bien y el mal y solo escoger un animal nacido malo?

Cómo dice Juliette Lewis en Naturally born Killers: I guess I'm born naturally born bad.
En todos los foros los cibernautas opinan que el animal más malo es el hombre, pues que mala noticia, ahora no tengo nada más de qué escribir.

Yo lo que quiero es ser un animal malo, con garras, con alas, con un caparazón. Equipado para arrancarle la lengua a los animales pequeños.
La gente opina que no hay animal malo, sino que su entorno le obliga a ciertas cosas. Pues en ese caso mi entorno me obliga a hacer cosas terribles. Quiero ser un animal mítico, recargado de herramientas violentas y otras tantas para defenderme.
Seré algo así como un animal justiciero. Una mezcla de “brundlefly”, con las sirenas de la odisea, un monstruo arranca lenguas.
Puedo empezar siempre por ahí, el único valor agregado que parecen tener los humanos inútiles: lenguas largas y falsas. Puedo a continuación ocuparme de sus bocas sucias de dientes amarillentos. Bocas diseñadas para sonrisas hipócritas y virulentas. No tengo interés en ayudarles a salvar su corazón o su mente, quiero gritarles que se larguen mientras pueden, antes de que mis tenazas alcancen a destriparles.
Huyan, huyan ahora que aún pueden. Huyan del animal justiciero, lleno de maldad en el estómago, “naturally born bad”. Huyan sin sus bocas, sin sus lenguas, sin sus dientes, pero conserven el resto de su idiotez viva.
Quiero tener nuevas herramientas míticas para la próxima, cuando la idiotez aparezca por nuevas caricias de la maldad.
To be continued…

Sunday, February 22, 2009

Zoofilia narrativa

Me parecen de mal gusto esos relatos en los que habla en primera persona un animal. Nunca entiendo si el escritor es un zoólogo muy involucrado con el mundo que estudia, o si es un modo de ocultarse detrás de los animales para decir “animalmente” aquello tan terrible que no se puede contar en primera persona “humana”.


Me acuerdo de un cuento de McEwan, que estaba en otro de los libros que ya no tengo (casualmente cada que uso una referencia, esta ha desaparecido de la repisa, estúpida generosidad o solo estupidez). En el cuento del británico, una mujer es amante de un chimpancé, una mujer escritora es amante de este mono enorme y lujurioso. Es uno de esos cuentos crudos, si tuviera el libro aquí podría copiar algún párrafo. No me acuerdo si está narrado desde el animal, la escritora o en tercera persona, pero hay escenas enteras dedicadas a explicar el tipo de dolor, comezón, irritación y por último enfermedad que causa a la mujer fornicar con el mono. La intimidad entre ambos se vuelve cruel y sádica; y la convivencia sucia y peluda. Y la mujer se despoja de él sin más ni más, después de meses de ser amantes.

Si yo fuera un animal, estrictamente en cuanto a la incapacidad de defenderme verbalmente, o de siquiera necesitar defenderme, porque racionalmente no hay daño que me hagan que me duela más allá de la piel, tal vez sería un animal narrador, un narrador en primer persona y omnisciente.

Pero como me resultan de mal gusto ese tipo de narraciones, a menos que sean zoofilia descrita por un pornógrafo brillante, entonces no me volvería un animal narrador, pero si podría decir a manera de comparación que vivo en una jungla de hembras hambrientas y machos adormecidos por el exceso de comida.
Debe ser más bien uno de esos zoológicos viejos y decadentes, pocilgas animales; porque una jungla es más libre y tiene reglas más claras, pero este zoológico deprimente en el que vivo es la tierra de nadie.

Supongo que yo sería un mono, el más ordinario de todos. Y entre el público que visita mi jaula están siempre los tigres viejos esperando que sus garras lentas y sus reflejos torpes puedan atraparme y servirse mi horrible cadáver con forma de feto humano. Los monos según he podido ver en los detestables y apestosos zoológicos, son los más ágiles y sucios. Son como jugadores de póker, elegantes en su suciedad, siempre arranchándole la comida a los visitantes, siempre trepando más lejos de los límites de sus jaulas inmundas.
Ningún tigre viejo puede comerse un mono, o tal vez pueda pero seguramente primero se quedaría sin ojos.

Yo nunca escribiría un texto que diga “Soy un mono”. Pero puedo perfectamente decir, si fuera un mono los tigres y los jabalís, y las hurracas y los animales de la granja…Todos deberían dejar de subestimar al mono y estar asustados… "Be scared, be very scared”…Porque la carne de mono debe es más dura de roer de lo que se imaginan.

To be continued…

P.


*El libro de cuentos de Ian Mc Ewan se llama Entre las sábanas.

*La foto es mía, sabía que algún día iba a servir para algo ir al zoológico.

Monday, February 16, 2009

Freaking Valentine

Frente a mi ventana hay una valla enorme colocada sobre la autopista. Una entre docenas que abarrotan la ciudad. Pero ésta, de unos 10 metros de ancho por cuatro de alto, me mira todas las noches cuando me asomó al balcón. En realidad los que me miran son dos gringos guapos, una hermosa pareja de dientes blanqueados. Ni siquiera me miran, sus ojos azul verdosos atraviesan mi ventana, sus ojos cargados de ilusión recién pagada con Mastercard, miran hacia el infinito. Abrazados y refugiados en sus abrigos “North Face” y en toda la indumentaria para esquiar –tan propia de Quito-

La valla está iluminada con varios reflectores enormes. Una noche mientras fumaba en el balcón logré distinguir una sombra que se cruzaba en el cuadro del “amor a la americana”, una mancha oscura que bajaba y subía. Se trataba de una mariposa, seguramente grande y valiente, para haber llegado tan alto y para buscar calor en uno de esos focos de 500 vatios. La vi subir y bajar, una, dos, tres veces…su sombra ascendía, se extendía, se estiraba…divertido vuelo que duró aproximadamente, lo que según yo, debe durar el amor a la americana, unos 45 segundos.

Lo próximo que vi fue un humo blanco que se mezclaba con la neblina capitalina y juro que si no hubieran pasado tantos autos por la avenida hubiera podido escuchar un: ¡chis! prolongado y húmedo como el de la plancha de vapor.

Ese tremendo acto heroico me dejó pensando en la mortalidad de los insectos, en la mortalidad en general y específicamente en la mortalidad del amor. Por un lado, pensaba que eficiente tener focos tan poderosos en todos los rincones de la casa y encenderlos cada que una babosa, araña o alacrán se atreva a cruzar los límites entre el sifón y los dormitorios. Las vería llegar, me instalaría detrás del reflector y cuando la proximidad sea precisa encendería…¡Chis! nubes calientes de vapores insectívoros.

Sobre la mortalidad en general ya no recuerdo que pensé.

Del amor específicamente, me inventé una metáfora más bien ácida y apropiada para los valentines. Cualquiera que busca calor de ese modo: grande y valiente….subir y subir y subir para llegar a un sexto piso y luego estrellarse directamente contra la luz es un héroe, un héroe bastante estúpido que se quemó a los 45 segundos de amar.

¿O más bien será que todo amor es así? Luz y calor, espejismo de luz y calor, espejismo de luz y calo…¡chis!... finalmente todo bicho que busca calor está destinado a morir a la brasa.
Solo el “amor a la americana” se salva. Mientras yo contempló estupidizada a la mariposita que muere y pierdo aproximadamente tres horas en reinventar “la mortalidad del insecto”, la pareja de la valla sigue mirando al infinito, totalmente ajena al cadáver de mariposa incinerado a sus pies y con la misma sonrisa diamantina en la boca…imperturbables, no como yo, perturbada por una valla, un bicho volador y un maldito san Valentín.

Creo que es mejor alejarse de las ventanas, cerrar las cortinas y esconderse de la publicidad.

Wednesday, January 28, 2009

¿Deseo?

Pídeme cualquier cosa. Si eres del tipo de persona que nunca se pierde la oportunidad de pedir deseos a las vías del tren, a las velas de cumpleaños, a las pestañas, a las estrellas fugaces…pídeme a mi cualquier cosa.

Yo soy más bien como las fuentes, como las piletas de aguas mágicas, no del tipo de agua que recoges para luego bañarte y sentirte purificado, sino más bien como esas aguas contaminadas por las sales metálicas que desprenden las monedas.

Yo soy así, como las fuentes donde uno lanza monedas y pide deseos.

Lánzame centavos y cumpliré tus deseos.

Yo soy como una fuente…un cántaro de agua repleto, que no se rompe, que no tiembla, que no se admira, ni cuestiona la sencillez, complejidad o torpeza de los deseos ajenos…

Lánzame una moneda, pídeme cualquier cosa…siempre o casi siempre tus deseos se cumplirán…

¿Cuál es tu deseo?



Tuesday, January 27, 2009

Nostalgia por los muertos

Ayer leía el blog del Alejo y tiene un post en el que dice que la única persona en el mundo que le hubiera gustado conocer es a Janis Joplin.... y me hizo pensar que a mi me hubiera gustado solamente conocer a Kurt Cobain...

Siento nostalgia por un muerto, el muerto del grunge que fue la primera música que oí en mi vida, recién cuando tenía 14 años...antes de eso....no hubo nada...

Entonces me acordé de lo que decía el Alejo que a Kurt Cobain no se le había visto nunca la cara sino hasta que Nirvana tocó el unplugged para mtv....ahí se quitó los pelos de la cara...y yo le ví por primera vez ese bellísmo rostro triste de tipo que se iba a matar ... parece un ángel triste y torturado...

Grabó el unplugged en noviembre del 1993 y se mató en abril del 1994... 27 años cumplidos en febrero de ese año...igual que tu Janis, Alejo...

Tengo pocos gustos marcados, he cultivado pocos intereses musicales porque soy medio sorda y musicalmente bastante desubicada.. pero de los ruidos que me cautivan me abrazo con fuerza...


Así que me bajé el unplugged para volver a sorprenderme como lo hize en el 95 cuando lo veía por la señal abierta de mtv y me quedaba boquiabierta...y usaba camisas de franela -no las verdaderas sino unas heredadas- y unos converse azules donde apuntaba los números de teléfono...

Es emotivo volver a verle la cara a Cobain 14 años después y seguir sintiendo la misma admiración obsesiva de la adolescencia...esa maldita etapa de la vida en la que uno no tiene nada...nada más que una tristeza incomprensible y unos ídolos muertos que le dicen a uno rape me, rape me my friend...


Pueden oírlo poniéndo play..




Lithium - Nirvana

I'm so happy because today
I've found my friends ...
They're in my head
I'm so ugly, but that's okay, cause so are you...
We've broken our mirrors
Sunday morning is everyday for all I care...
And I'm not scared
Light my candles in a daze...
Cause I've found god - hey, hey, hey




Oh, Me - Nirvana

Wednesday, January 21, 2009

High on antiandrógenos y estrógenos

El dolor viene desde adentro. Viene desde adentro en oleadas, asciende desde el vientre, se detiene en el pecho y es expulsado generalmente por los ojos y en el peor de los casos por la boca.
El dolor proviene del centro interno y una vez afuera se plasma en el mundo. Una vez afuera se estrella contra las paredes de concreto y dibuja palabras soeces. Una vez afuera, el dolor escupe en la cara de los transeúntes, vomita su pus en los zapatos de los pasajeros de un bus abarrotado.

Una vez afuera el dolor es mis ojos.
Todo lo que veo me irrita profundamente, me pone alerta. Me asustan los colores que amo, me lastima el sol. Mi retina se llena de imágenes ingratas y mórbidas.
Todo lo que veo es la mugre en el cuello de la camisa del hombre que espera frente a mí en la fila. Todo lo que veo es la suciedad en las uñas de la mujer que se sienta a mi lado en la sala de espera.
Hago un esfuerzo sobrehumano para que mis ojos no se salgan de órbita al contemplar la vulgaridad del mundo con sus dientes de oro, con sus cristos sangrantes, con sus vírgenes llorando, con los forros de plástico sobre los muebles de la sala, con las raíces oscuras decorando las blondas cabelleras, con los ternos sastre de las esposas de los ricos, con las señoritas que escoltan a las señoras y amamantan a los hijos recién nacidos de estas últimas.

Una vez afuera el dolor es mi oído: “Endenantes, lo que pasa es que, vuelta me fui a volver, nadien le ha de querer como yo, vuelta me recordé, mi persona osea yo”… La ortografía del mundo, la sintaxis de las voces, la obscenidad de los discursos cotidianos destruyendo toda posible lógica gramatical.
El dolor no está en la incorrección, el dolor está en el aislamiento. Todos se entienden, yo no. No es el aislamiento entonces, es la discriminación.

Una vez afuera el dolor es mi lengua.
El silencio más solemne generado por el dolor de repente se convierte en catastróficas maledicencias.
Mi lengua maldice, mi lengua odia todo lo que mis ojos han visto, todo lo que mi oído ha debido someterse a escuchar y habla y grita odio. Mi lengua profana la ironía y la devuelve como una ácida maraña de rabia.
Mi lengua desconoce el sarcasmo y ataca a viva vos, le grita a la gente, odia a los que amo y me odia a mí.
Mi lengua me odia y me habla de dolor, me seduce y me invita a informarle al mundo cuánto daño soy capaz de hacer cuando siento dolor.

El dolor viene desde adentro, se plasma en el exterior, lo decora, lo vuelve grotesco y me lo devuelve más crudo y oscuro; más hiriente y antihigiénico; más nefasto e inevitable.

Duele. Hasta la felicidad duele.

Thursday, December 11, 2008

Calor seco, humor seco

Hay algo en el calor seco de esta ciudad que hace que los dedos se me hinchen. Hay días como hoy que sería mejor quedarse en cama para no exponerse a este aire tan seco. El sol crudo, el aire denso que me golpea en la cara apenas abro la puerta.
Siento como si respirar fuera difícil, como si todo estuviera hecho de cartón, un cartón tieso, café oscuro y manchado con residuos de comida podrida… Las paredes, el suelo, el pavimento, la cara de mi vecina, todo es de cartón y el aire pesa, se impregna en mis manos que se vuelven pegajosas, rojizas, cada cutícula de cada dedo en carne viva.

A duras penas logro convencerme de dar el paso y salir a la calle. Avanzo con dificultad por las calles, el asfalto se me pega en los zapatos como chicle viejo, la persistencia del sol y de las bocinas enfurecidas por avanzar a ninguna parte se me clavan en la cabeza. Los labios rotos empiezan a dolerme.

Todo este malestar es como un enorme plástico en el que me envuelvo, cada capa me aísla del asco y me asfixia a la vez. El aire seco, el calor seco como una maldición muy poco concreta, cómo una venganza sin una víctima específica.

La ciudad, el desamparo ambiental y los días impares nos odian a todos, pero nos atacan solo a algunos: a los más cínicos, a los desempleados, a los perezosos, a los que tenemos una agenda oculta para destruir el mundo y otra más discreta para acabar con las excesivas demostraciones de amor, la navidad, las amantes de todos los parientes del sexo masculino y ese modo absurdo de hacerlo todo a destiempo.

Friday, November 28, 2008

La más útil de lo inútil

Soy perfectamente capaz de ocuparme de todas las cosas prácticas de la vida y absolutamente incapaz de encontrar una palabra para iniciar una frase, para continuar con un párrafo, que narre un evento por mínimo que sea.

Soy la persona más útil para encargarse de todo lo inútil…alguien debe hacerlo, pero finalmente quién diría que esa persona iba a ser yo.

Amanezco con la palabra en la punta de la lengua y a medida que avanza el día esa infame palabra de cuatro o cinco letras, esdrújula, importante, amenazadora, palabra que será sucedida por obras de arte, por sentencias poderosas, por ideas que resucitan a los muertos y sacuden a sus viudas, y organizan funerales elegantes para incrédulos…nada de eso sucede.

Me levanto con la palabra clavada entre los dedos y mientras me desperezo empieza a perder su gracia. Me arrastro con dificultad hasta la ducha, repto por las cortinas color salmón y con el primer chorro de agua directo en la cabeza, la palabra se ahoga y se va por el sifón.

Es un día nuevo. Otro montón de cosas inútiles que alguien debe hacer. No hay alguien más, soy yo. Una vez muertas las palabras el día empieza con regularidad.
Café con leche e inicia la lucha con la desagradable luz del día, con las motas de polvo y pelos que se acumulan en todas las esquinas, con las telarañas de los vértices más altos entre pared y techo. Las migas de pan (pena) y las manchas de jugo seco, dulce y pegajoso en el mantel de flores.

Existen escobas, insecticidas, sal para babosas, paños ultra absorbentes, guantes de plástico, miles de herramientas para combatir a las palabras escurridizas, a las versiones estéticas de una vida improductiva y llena de pensamientos sin la utilidad correcta.

La vida práctica hogareña se cierra con dos candados y tres vueltas de llave que me expulsan a la calle.

La calle es el caos: los redondeles, los limpiaparabrisas, el maquillaje inacabado, los pasos zebra, los letreros con faltas de ortografía. Alguien debe hacerlo…romper la calle y hacer una nueva, derrumbar los redondeles, apuntar con un arma a los dueños de los semáforos, inventar un maquillaje listo para usar, acabar con los peatones ciegos y conseguir un marcador enorme y rojo para corregir todas las palabras del mundo útil. Alguien debe hacerlo.

Yo soy alguien perfectamente capaz de destruir el mundo, de matar arañas, recoger los pelos que tapan el caño, preparar fideos de 3 minutos, en 5 para que parezcan comida, frenar a raya para no matar idiotas que cruzan cuando el semáforo está en verde. Puedo negociar con los vendedores o ignorarlos sin miedo, muriendo de miedo. Puedo incluso imaginar que tengo suficiente fuerza para tomar un pico y arrancarles pedazos a los redondeles.

Pero no puedo escribir ni una sola palabra, no puedo pensar siquiera una palabra que salga con vida, que sobreviva a la practicidad de los días, que me alivie de la angustia de esta intrascendencia tan operativa.

Padezco de anorexia mental, de anemia estética, de abulia consagrada a los hábitos ordinarios, a las banalidades, a un secreto deseo de transgredir la disciplina artística desde la tina de baño donde restriego azulejos con productos abrasivos.

Soy incapaz de una palabra, soy incapaz de talento, pero nadie me gana en la memorización del calendario para sacar la basura o el reconocimiento de la densidad exacta del cepillo de una escoba para cada tipo de piso.

Y nadie me gana en esta farsa dolorosa y mortificante de ser la persona útil sin alma, ni nada que decir.

P.

Thursday, November 20, 2008

Fin de la edad del burro

Cómo un año chino o como la preadolescencia, cómo una era en la que plutón ya no es considerado un planeta, cómo los horrorosos años de colegio… los días del ‘burro’ llegan a su fin.

Vuelvo a mi vida después de un viaje largo y tortuoso, llego a mi casa para abrir las ventanas, sacudir el polvo, sacar los cadáveres de debajo de la cama y ponerlos en la basura junto con mi última caja de decepción caducada hace meses.

Las historias que viajan en la maleta de los últimos años son una especie de botín robado en un mercado de pulgas y entre los trapos se esconde una que otra escena de valor que rescato con cuidado, separo y archivo, mientras lo demás se quema o se ahoga dependiendo de su capacidad inflamable.

Todo lo que pudo ser…no fue…afortunadamente.

En el viaje, mientras sentía que ascendía por carreteras infinitas que iban al cielo, pero seguía llegando inevitablemente siempre a los mismos infiernos, me encontraba en el camino con un burro: un burro solitario, despeinado, parado en la mitad de la vía entre la nada y el barranco. El burro que no ve, demasiado pelo tapándole los ojos. El burro que no oye, demasiadas motas viejas, nunca trasquiladas, haciéndose un nido de silencios en sus orejas puntiagudas. El burro que no siente, no respira, no se mueve cuando me acerco de frente y a una distancia imprudente entre él, el abismo y yo, me atrevo a tomarle la fotografía más frívola de la historia animal para poder llevarme del páramo la escena más parecida a mis escenas internas.

El burro me acompañó en el viaje más triste e inútil. En los días del burro todo fue rebuznar y ahogarse. En la edad del burro todo fue equivocarse con saña y afán de convertirse en mártir.

Llegar a casa, dejar que el burro regrese a la suya. Llegar y retirarse con mucho cuidado las dagas del martirio una por una y dejar que las heridas se ventilen.

Todo lo que nunca pensé que podía ser…Es…quién diría.

El fin del viaje, la hoguera hecha de equipaje y cadáveres, el regreso del burro a su hábitat natural me hacen sentir que de no haber confundido tanto los caminos durante el viaje, nunca hubiera sabido cómo llegar a casa…y ya he llegado.

Friday, October 24, 2008

El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el
áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena
amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de
mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por
las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges

Monday, June 30, 2008

Ficciones para perder concursos

Mi maestro de las letras Ángel Grau siempre nos decía que los concursos literarios son una mierda, pero a la vez nos invitaba siempre a participar en ellos, a escribir cuentos y enviarlos a concursar. Él pensaba que eran, después de todo, una especie de medidor para saber que escribe otra gente, (la gente que gana al menos, porque de los que pierden, sus sobres anónimos deben ser quemados o reciclados.)

Hace poco y creo que por primera vez me decidí a escribir para un concurso de cuento. El ejercicio de escritura no es el mismo de siempre porque uno no puede evitar pensar en el premio, en el jurado, en quién lo leerá y si ciertos ingredientes pueden hacer de la prosa una prosa vencedora.

Después del primer cuento me di cuenta que estaba muy involucrada a nivel personal y que eso no podía ser bueno. Después de la segunda, me di cuenta que el sarcasmo extremo y la fantasía sacrílega tampoco eran fórmulas ganadoras.

Al menos me divertí pensando que aunque pierda iba a haber algún miembro del jurado conservador indignado con mi trabajo y otros que les debió parecer una basura cursi.

Al fin, no supe nunca quién ganó...concurso de élite que ni siquiera hace anuncios públicos, ni siquiera se dan el gusto de decirte perdedor.

Yo en mi estado de ánimo macabro de fin de mes me declaro oficialmente perdedora literaria y publico mi mal gusto en prosa en el único posible lugar publicable...este blog.

A continuación les regalo dos cuentos perdedores: 'Cristo, mi mujer y el azar' e 'Insomnio traidor' dos inclasificables del mal submundo de las letras.

P.

Cristo, mi mujer y el azar

Al parecer él siempre estaba preparado para negociaciones de este tipo porque, sin decir gran cosa, de repente armó un escenario de juego. Nos habíamos citado en un bar de mala muerte, que era más bien una despensa de barrio, en la que la dueña había instalado un par de mesas para servir cervezas a los estudiantes del sector. Cuando yo llegué él miraba las opciones de una rocola moderna y luminosa mientras tomaba lentamente una Coca cola. Me acerqué y le dije: “La bendición Señor”. No era mi intención faltarle al respeto, pero no pude evitar el tono de burla. Él lo notó y me miró con extrañeza y algo de desprecio. Me estrechó la mano y me dijo: “Dime Jesús, hijo”.

Nos sentamos en dos taburetes de plástico, la tendera se acercó parsimoniosa a la mesa mientras con la mano derecha se pellizcaba entre las nalgas acomodándose la ropa interior: “¿Qué les sirvo?” “A mí una cerveza”, le dije… “¿Y al Señor?”... “Otra Coca cola”.
Mientras esperábamos las bebidas en silencio me deslumbró con la escenografía del juego. Sacó un tablero forrado con paño verde brillante que ocupaba toda la mesa. Una vez con el tablero armado, Jesús me dijo: “Espero que entiendas que generalmente no pierdo y que en realidad, no es común que haga esto, pero el alma que jugaremos vale la pena no sólo la partida, sino el valor de las Coca colas, unas cuantas canciones en la rocola y la gloria eterna”. Permanecí en silencio.
No esperaba escuchar algo así de un hombre en camiseta blanca, repleto de llagas y que mientras lo decía sacaba de su bolsa una corona de espinas y se la colocaba en la cabeza.

El asunto era complicado: Íbamos a jugarnos a la mujer que yo amaba. Única mujer escéptica que quedaba en el mundo, dueña de una inteligencia privilegiada, un cuerpo agraciado por la lujuria, pero lastimosamente había caído en desgracia. Yo la había traicionado y ella había amenazado con buscar consuelo, venganza y redención convirtiéndose al Cristianismo. Cuando empezó a ir los sábados al culto pensé que se burlaba de mí. Pero luego su vocabulario empezó a cambiar, su actitud era pasiva, su libido había abandonado el hogar y un día me dijo: “Me voy a un concierto”. Yo la seguí en secreto y la vi llorar de devoción con una versión rock balada de ‘Cristo vive en mí aleluya’. Fue cuando asumí que la había perdido.
Me costó mucho trabajo conseguir la cita con Jesús, pero estaba convencido de que la amaba y no la iba a perder de ese modo tan indigno y vanguardista. Entonces, aunque yo ya llevaba las de perder luego de las lágrimas en el concierto de rock, decidí jugármela. Si ganaba, le entregaría al Señor a mi madre, comunista recalcitrante. Él siempre la había querido para él, yo en cambio estaba listo para perderla.

El juego de las almas perdidas en el Cristianismo era sencillo, tal como el monopolio, pero se jugaban recuerdos, momentos en la vida de la persona en cuestión sobre los que cada jugador sabía más. El ganador sería el que acumule la mayor cantidad de propiedades emocionales.
En las categorías infancia y adolescencia perdí sin contemplaciones. Dos propiedades contra millones. Yo no tenía idea de su pasado oculto, de los sábados de catecismo, de las piedritas en los zapatos, del llanto arrepentido luego de cada beso con lengua. Cuando llegamos a la curva de la universidad Jesús se terminaba su tercera Coca Cola y su camiseta blanca tenía grandes manchas de humedad. Había empezado a perder gracias a la marihuana, un profesor de filosofía, una iniciación sexual radical y grupal, y mi aparición rotunda en su vida. Jesús se molestó con ella y giraba la ruleta con fastidio. Hasta que encontró su talón de Aquiles: mi infidelidad. Maldije la hora en la que conocí a esa artista conceptual con la que me acostaba por esos días. Yo pensaba que ella no se había enterado. Llevábamos la vida como siempre. Ahora entiendo todo. Cuando yo iba a ver a mi amante, ella iba al culto. Entonces Jesús asestó uno a uno todos los golpes, se llevó todas las emociones y yo me quedé con un par de trapos sucios de otra época en la que ella aún me amaba.

-Parece que todo está claro ahora, ¿verdad hijo?
-Pero si ésta es la única mujer buena señor, no deberías hacerme esto.
-Yo opino igual hijo, por eso creo tú y tu madre deberían unírsenos y eso pondría fin a tu dolor y soledad.
- Aunque deba empezar a acostarme con mi madre muy pronto, no Jesús gracias. No es una opción. ´

Retiró el tablero, se secó el sudor, se quitó la corona de espinas, nos estrechamos las manos. Él salió primero, mirando a un lado y otro de la calle antes de cruzar. Yo me quedé a tomar otra cerveza y confirmar que la rocola solo tenía música cristiana.

Insomnio traidor

Abro los ojos y exhalo profundamente. Por la ventana a medio cerrar entra una corriente de aire frío acompañada del ruido de la calle húmeda, de los charcos de lluvia salpicados con los restos de la llovizna. El dormitorio está apenas iluminado por la poca luz de la calle que atraviesa las cortinas anaranjadas y amarillas, una sábana de circo parchada a conveniencia para efectos de iluminación. Mi piel pálida bajo el efecto amarillento tiene un tono más cálido y tu espalda morena brilla bajo la luz naranja.

Tu respiración se entrecorta con silbidos agudos. Algún día tendrás que romperte la nariz a ver si así dejas que te coloquen el tabique en el lugar correcto. Me desperezo lentamente, me apoyo sobre el hombro para separarme un poco de tu cuerpo y en silencio te miro dormir, única actividad del día en la que no hay confrontaciones. Tu ojo izquierdo me mira sin querer, tus párpados no se cierran del todo mientas duermes. Debe ser tu modo de vigilar, de demostrar desconfianza continua.

Me siento contra la pared fría y recorro tu brazo descubierto con los dedos del pie. Es extraño cómo a tu lado el sueño resulta tan poco conciliador y detesto admitir que la filosofía de mi madre era verdad: “Hombre con el que no se puede dormir, no se puede vivir”. Aunque al principio, lo que menos me interesaba de estar a tu lado era el sueño. Lo único que deseaba era mantener vivo el ritmo extasiante de tu cuerpo, la velocidad de tu pensamiento, la intensidad con la que destruías el mundo en pocas palabras.
Te rozo con los dedos de mi pie y tu respiración cambia ligeramente, se suaviza un instante para dar paso a un resoplido feroz.

Cómo quisiera empujarte con el pie, ocupar toda la cama para estirarme, doblar las rodillas, acomodar el brazo debajo de la almohada y una vez cómoda mirarte a los ojos y decirte: “Voy a dejarte” “Esta vida es un infierno”.

El frío de la madrugada se intensifica, el dormitorio casi en penumbra y tu naturaleza muerta, pero ruidosa, mantiene intacta su postura. Tengo la espalda gélida y las piernas acalambradas. No puedo vivir así. Todo lo que quisiera es dormir. En realidad, lo que quiero es irme, dejarte. Estiro un poco la cobija para cubrirte la espalda y de repente giras hacia mí, murmuras algo, te rechinan los dientes, pateas las sábanas y tu brazo enorme cae pesadamente sobre mi regazo. Sigues dormido.

Una luz tenue anuncia el amanecer, el fin de otra noche sin sueño. Tengo la cabeza pesada, el insomnio es como una niebla espesa que dificulta la concreción de las ideas. Sin embargo, encuentro en el camino las pisadas ajenas que me devuelven a la realidad. La claridad me enfrenta a tu espalda descubierta y a las mal disimuladas pisadas ajenas. Nunca tuve las uñas largas, por eso me quedo en silencio cuando me responsabilizas de los arañazos que decoran tu naturaleza muerta, muerta para mí, pero cuyo cadáver continúa durmiendo a mi lado y vigilándome con los ojos a medio abrir.

Aunque al principio, lo que menos me interesaba de estar a tu lado era el sueño, ahora preferiría cualquier pesadilla mediocre a este insomnio incómodo, intermitente y plagado de confesiones: las de tu cuerpo dormido poseído por huellas ajenas.
Ahora, cuando todo lo que quisiera es dormir, dormir para alejarme de tu espalda arañada, de la traición que duerme en mi lugar, de la intensidad con la que me destruyes en pocas palabras. Ahora que quisiera soñar, ahora que estoy dispuesta a dejarte, ahora como todas las noches cuando empiezo a tener el valor de empujarte de la cama con el pie…ahora, amanece.

Saturday, May 31, 2008

Jugar a vivir

Hace casi 9 meses cambié la estabilidad laboral (rol de pagos, quincenas, turnos de fin de semana, informes, timbrar tarjeta, etc.) por una rutina más dinámica e intensa, pero que a la vez genera gran cantidad de incertidumbre y prolongados momentos de ansiedad. No me arrepiento del cambio.
Gracias a mi renuncia voluntaria, decisión que me tomó más de tres meses y que me amargó por lo menos otros 4, pude involucrarme de lleno con las cosas que me gusta hacer al 100% . Pude trabajar en dos festivales de cine, escribir decenas de artículos como freelance, editar 4 revistas, hacer mis eternamente postpuestos cursos de fotografía, pude al fin conocer el Quilotoa, subir el Cotopaxi, ir a la playa...incluso pude darme el lujo de enfermarme, ir al hospital, estar en cama casi 15 días y en casa casi un mes...

Los privilegios del semiempleo-semidesempleo son muchos y variopintos. Aunque a veces también creo que de haber tenido menos tiempo libre hubiera conseguido saltarme con más facilidad algunos episodios miserables y dolorosos en mi vida, hubiera podido encerrarme con más astucia en esas rutinas esclavizantes periodísticas de 8 a 12 y quizá hubiera sido inmune por completo a las trampas de los afectos contaminados.

En fin, todo ha sido nuevo, nada ha sido fácil. Y muchas veces estuve a punto de perder la fe.

Hoy, si escribo estas líneas que parecen tan personales, debe ser porque me siento en confianza, porque he liberado mis tensiones de los últimos 9 meses, porque he escupido hasta la última maldición y ya no tengo esa sensación de extraña inutilidad rondándome y sobrevolando todas mis acciones.

Como si se tratara de un juego, de una luz a media noche, de uno de esos pensamientos brillantes que uno tiene de vez en cuando se me ocurrió que si hago lo que sé hacer, lo que me gusta y trato de que me paguen por eso tal vez todo en la vida tendría más sentido y gracia. Parece una tontería darse cuenta de algo así, es decir parece obvio. Pero para mi ha sido un proceso casi infame, esto de sufrir, subestimar, anular por completo los talentos propios en función de las rutinas de mierda de la gente exitosa.

Dejar de compararse en principio sirve para sentirse más liviano. Y luego tener la certeza de que uno tiene la capacidad de ser distinto.

Al fin encontré el domingo pasado a Cultura Intensa en mi imaginación. Sin consultar nada a nadie, sino apenas una breve opinión a mi hermana sobre el nombre, cree hasta las 2 de la mañana una "empresa", un proyecto cultural...que supuse que sería buena idea. Me pasé la noche haciendo envios de mails, creando el blog, ingeniándome lo que iba a vender y ya! En la mañana recién me di cuenta de todo, porque el Alejo, el David y la Cross, mis tres socios y mejores amigos, me hicieron caer en cuenta que les había puesto como parte del directorio y no les había contado nada.

Bueno al final esto no interesa demasiado creo, solo que siempre soy autoritaria, impulsiva, impaciente....intensa.... y que por eso, decidí casi sin querer darle un giro a mi vida y de paso a la de mis amigos y familia. Claro, vale mencionar que todos están contentos con la idea, por suerte. Y es que también, creo que al reconocerme a mi, he reconocido también los talentos de mis amigos y lo absolutamente imprescindibles que son ellos -y sus talentos- para mi y para cualquier proyecto de vida.

Entonces la cosa es así, los 9 meses pasados, miserables y buenos a medias, ahora tienen sentido. Tengo para presentarles este proyecto que me hace por primera vez en mucho tiempo sentir dueña de mi vida, de mis emociones, dueña de casa, incluso me siento por primera vez dueña de este blog...puedo escribirlo sin que me importe que sea íntimo, que sea cotidiano, que parezca un diario...no me interesa por primera vez guardar una apariencia seudo profesional, seudo intetelectual...ni nada de nada....!

Estoy libre y ando descalza en esta mi casa, para contarles a todos los que a veces me vienen a visitar que acabo de empezar un proyecto de vida y profesión que tiene sentido y que me llena de bien.

Entonces bueno, es eso...

Les presento Cultura Intensa, mi-nuestro proyecto de gestión y difusión de las manifestaciones artísticas en el Ecuador. Pueden visitar el blog para conocer mejor la empresa e incluso si llegaron hasta aquí... y tienen algún proyecto artístico que necesita una mano...bueno me escriben!!

Al fin amigos...el juego estúpido este de vivir, se juega con las piezas que a mi me da la gana!

P.

Del corpus y el resto

El fin de semana pasado nos fuimos a Pujilí para no perder la oportunidad de ver la fiesta del Corpus Christi. Me sentí feliz como en mucho tiempo no me había sentido. Suena sencillo decirlo de ese modo, pero en realidad me sentí extasiada por todo lo que veía, la idea original de tomar fotos fue solo pretexto al fin, porque no pude concentrarme demasiado en la fotografía estaba distraída con tantos colores, con el olor de los cueros fritos de venta que pasaban y repasaban por donde estabamos en una enormes fundas de plástico, con las bandejas enormes de chochos con tostados y encebollado, con las sonrisas coquetas de cientos de bailarinas, con las decenas de ritmos musicales, la vida...la fiesta colorida en plenitud.

Aunque he ido mil veces a las fiestas populares en mi natal Latacunga nunca había ido a Pujilí y salvando las diferencias me quedé asombrada de la belleza de fiesta popular no contaminada por el exceso de alcohol y turistas, sino más bien una celebración íntima y absolutamente próspera.

Éxtasis entre ponchos, sombreros, chales, brillos...una especie de purga, de exorcismo contra el mal aire de la ciudad, la desazón de la rutina, las grietas en el espíritu...

Una que otra foto que no dice casi nada de lo que sentí...

Rostros del Corpus christi

Rostros del Corpus christi