Thursday, May 10, 2007

La pelota de letras

Estimado Andrés López,

(foto cortesía Jaime Pavón)

Ayer tuve el desagrado de asistir a su show de pelotas o letras, o como usted desee llamarlo. Esta carta es sencillamente para comentarle mi absoluta inconformidad con su aparición en público.
Durante meses mi abuelita me ha hablado de usted, de su mágica capacidad para hacer reír a las personas, de sus chistes tan agradables, tan reales y sobretodo tan verdaderos.

Yo sabía -yo siempre he sabido- que lo que a mi abuelita le parece cómico, no lo es necesariamente. Es una buena mujer amable, cariñosa, buena amiga, pero de sentido del humor no tiene mucha idea.

Así que con ese antecedente estaba decidida a no ver jamás el dvd promocional de su espectáculo.

Para mi mala suerte en el medio de comunicación donde trabajo decidieron auspiciar su viaje a esta ciudad y promocionar el show y yo fui la elegida para morir de la risa. Mis compañeros envidiaban que yo tenga un pase gratuito y me decían: ¡Pero reiraste, verás que es bien divertido!

Señor López, no tuve más remedio que ir. Le esperamos junto a la prensa durante más de 40 minutos en un camerino apestoso y húmedo. Cuando llegó (yo sin ánimo de difamar le digo esto solo en correspondencia personal y ya usted sabrá si es verdad o no). Usted estaba poseído por sustancias sicotrópicas, por eso no hablaba claramente, no respondía a las preguntas y actuaba como un maníaco y sus monólogos eran absurdos. Quise creer que lo que hacía era “Ponerse en personaje” pero la extrañeza de sus carcajadas decían mucho más. Para serle sincera lo que más me sorprendió fue la complicidad idiota de su equipo de trabajo: lo veían y se reían. De qué se ríen, pensé yo. Esto no es cómico es casi denigrante y es más incómodo aún saber que luego de años de ver esas estúpidas rutinas a diario sus ayudantes todavía se ríen.

Señor López, luego de las experiencia tras bastidores, el espectáculo no fue nada mejor, pero al menos tuvo secuencia. Una secuencia eterna.... Usted habla de las generaciones y las imita y cada generación le toma más de una hora. Y las personas ríen, ríen a carcajadas, se retuercen en sus asientos.

Yo no hice más que sentirme ajena y casi avergonzada porque nada de lo que usted hizo me pareció cómico, sino estúpido. Y más grave todavía que un teatro lleno hasta los bordes lo disfrute como si se tratara de la quinta esencia de la comedia. Señor López, mi mamá siempre me ha dicho: Hijita si tus 30 compañeritos la pasan bien y tu no, no es posible que los 30 tengan un problema. Tú eres la del problema!

Gracias a su espectáculo he revivido mis traumas de la adolescencia: A mis sus estúpidas rutinas me parecen originales, eso sí no lo niego. Pero no le veo el mérito a reírse de la institución más caduca con rutinas ridículas que solo le hacen reír a la gente porque ven el parecido con sus vidas y creen que usted es un mago.

Como usted mismo dijo en su show, hay que conocer la debilidad de las víctimas para atacarlas y usted las conoce. Su víctimas son corderos que disfrutan de cualquier cosa y usted les da lo que quieren humor ligero para dormir en paz.

Le deseo que se rompa una pierna, y no en el sentido francés de ¡Tenga usted éxito!, sino más bien en ¡Hágalo! Rómpase una pierna a ver si así por lo menos detiene sus giras y deja de contaminar el mundo con su humor barato.

Atentamente,

Devuelvan el dinero!

* Tuve que cubrir el mencionado evento y fue tal como cuento. Es decir es una experiencia horrible de la vida real...aa!