Thursday, November 20, 2008

Fin de la edad del burro

Cómo un año chino o como la preadolescencia, cómo una era en la que plutón ya no es considerado un planeta, cómo los horrorosos años de colegio… los días del ‘burro’ llegan a su fin.

Vuelvo a mi vida después de un viaje largo y tortuoso, llego a mi casa para abrir las ventanas, sacudir el polvo, sacar los cadáveres de debajo de la cama y ponerlos en la basura junto con mi última caja de decepción caducada hace meses.

Las historias que viajan en la maleta de los últimos años son una especie de botín robado en un mercado de pulgas y entre los trapos se esconde una que otra escena de valor que rescato con cuidado, separo y archivo, mientras lo demás se quema o se ahoga dependiendo de su capacidad inflamable.

Todo lo que pudo ser…no fue…afortunadamente.

En el viaje, mientras sentía que ascendía por carreteras infinitas que iban al cielo, pero seguía llegando inevitablemente siempre a los mismos infiernos, me encontraba en el camino con un burro: un burro solitario, despeinado, parado en la mitad de la vía entre la nada y el barranco. El burro que no ve, demasiado pelo tapándole los ojos. El burro que no oye, demasiadas motas viejas, nunca trasquiladas, haciéndose un nido de silencios en sus orejas puntiagudas. El burro que no siente, no respira, no se mueve cuando me acerco de frente y a una distancia imprudente entre él, el abismo y yo, me atrevo a tomarle la fotografía más frívola de la historia animal para poder llevarme del páramo la escena más parecida a mis escenas internas.

El burro me acompañó en el viaje más triste e inútil. En los días del burro todo fue rebuznar y ahogarse. En la edad del burro todo fue equivocarse con saña y afán de convertirse en mártir.

Llegar a casa, dejar que el burro regrese a la suya. Llegar y retirarse con mucho cuidado las dagas del martirio una por una y dejar que las heridas se ventilen.

Todo lo que nunca pensé que podía ser…Es…quién diría.

El fin del viaje, la hoguera hecha de equipaje y cadáveres, el regreso del burro a su hábitat natural me hacen sentir que de no haber confundido tanto los caminos durante el viaje, nunca hubiera sabido cómo llegar a casa…y ya he llegado.

4 comments:

Principeeto said...

Bueno, con razón no sabia donde andabas. La próxima vez avisa para preocuparme menos. Lásrima lo del burro, pero seguramente va a estar entre burros. Asi que será un burro feliz.

En fin, bienvenida de vuelta a tu blog.

Alex Salinas said...

Donde estas, pauli!?

P. Simon Torres said...

My dear Prince,

Nada de que preocuparse, aunque respondiendo a la pregunta del Alex...no sé...Sé donde ya no estoy, pero no estoy segura del "nuevo mundo" aún...

El burro está bien entre los suyos, nos carteamos a menundo además...

gracias
P.

Principeeto said...

Hablando de cartas, escribeme una, jijiji.