Tuesday, April 01, 2008

El azar y el fin de la neurosis

Como etapa final de mi organizado sistema de categorías para estados de ánimos tuve la mala suerte de optar por una lectura de tarot. Creer o no, no es el detalle importante cuando se trata del azar. Cuando la vida tiene algo que decir lo hace, con cartas o sin ellas. El domingo en una lectura casera yo recibí la peor carta: ‘Política’, un arcano menor de la baraja de Osho Zen, que aunque es extrañamente espiritual, en este caso en particular no tuvo ninguna contemplación.

‘Política’

Dice:
Aquí la mente se representa como una serpiente cubierta de nubes y “hablando con lengua de doble filo”. Pero lo importante a observar en esta carta es que los dos rostros son falsos, La cara dulce, inocente, la que pide: “Confía en mí”, es una máscara; y la cara malévola tóxica, la que dice: “Ya harás las cosas a mi manera”, también lo es. Los políticos no tienen rostros reales. Todo lo que necesitas es hipocresía, todo lo que necesitas es una fachada para esconderte detrás…. si quieres dominar la humanidad destruye su dignidad, quítale toda su gloria…
Todo este juego es una mentira. Obsérvate a ti mismo para ver si has estado jugando a este juego. Lo que veas puede ser doloroso, pero no tanto como seguir jugando, pues al final no defiende los intereses de nadie y menos los tuyos. Todo lo que puedas lograr de esta manera acabará convirtiéndose polvo en tus manos…
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Recibir sentencias tan duras de un pedazo de cartón era algo que no esperaba. El juego al que he estado jugando es una ambigüedad, es un callejón sin salida. Nada es verdad: el rostro del amor es falso; el rostro del rencor es falso también. No puedo seguir, no puedo. No soporto más la hipocresía con la que me miro a mí misma, con la que destruyo mis entrañas llenándolas de rencor.
Esta lectura se sostiene con varios personajes, con varios políticos, con todos mis rostros: el que fui, el que permitió ser herido, el que juega a odiar, el que apuñala y se apuñala por dentro cada día…el que no afloja las amarras y empieza a enredarse la garganta con nudos hechos de intolerancia y exceso de preguntas…el ser en el que me he convertido.
No quiero más. Mientras no ceda y abandone el juego, mientras no me perdone a mí misma y descarte el desprecio no habrá fin, ni olvido.

No más.
A lavarse la fachada hasta que vuelva a ser una sola.
Apaciguarse con 'el otro', romper la maldición.

Y que finalmente sea el fin de la neurosis y de todo lo demás...
The end.